Cuentos cortos

INSTRUCCIONES PARA PINTORES BISOÑOS.

No soy yo el que pinto, hay algo en mi mano que lo hace

Henri Rousseau

Cualquier persona que intente materializar una idea por medio de la forma y el color tendrá que recurrir, inevitablemente, a las cosas. Objetos, herramientas, utensilios, instrumentos, chirimbolos varios. Al utilizarlas, comprobará de inmediato que una propiedad inmanente de las cosas es la de ser sujetas, asidas, agarradas, en tanto cumplan con algunas condiciones:

  • Tener una mínima vocación de materialidad;
  • Avenirse a cumplir algunos compromisos con la forma;
  • Sujetarlas para cumplir con una finalidad específica.

Objetos

Aunque el objeto que nos ocupa está lejos de la excepción, conviene disponer de algunos datos previos, antes de darse a la tarea de sostén propiamente dicha.

Se trata de un utensilio similar al que utilizan los magos de vaudeville para alarmar a pacíficos conejos y elegantes palomas, aporreando los bordes de la galera que les sirve de refugio, pero más sosegado.

Existen personas que, a diferencia de los ilusionistas, usan el adminículo para cautivar la voluntad de algunos materiales, logrando que afloren las imágenes y los colores que atesoran en sus pliegues internos.

Pinceles

Según la clasificación de los curadores del Nonational Museum of Irrestrict Arts, es una herramienta perteneciente a la familia de las tímidas, de carácter parecido al alfiler de gancho (ese que por pudor oculta las agudezas propias en un semicírculo).

De conducta recatada y actitud laboriosa, lo distinguen dos rasgos contrapuestos: el carácter firme de su cuerpo y la flexibilidad de su cabellera. Su delgada entidad se forja en los largos periodos que transcurre sumergido en solventes meditaciones o recatado en oscuros estantes.

Estilizado y discreto, está conformado por una cantidad de hebras de longitud variable, adheridas al extremo de un cilindro cuyo diámetro disminuye a medida que se aleja de ellas. El cilindro respeta los principios de la geometría no euclidiana porque, en realidad, es un agujero absurdo[1], cubierto por fuera con una capa de pintura y rellenado luego con algún otro material. Se requiere por lo tanto, tratarlo con el mismo esmero que se prodiga a los agujeros tradicionales que, como es sabido, son frágiles, etéreos y en la mayoría de los casos, imperceptibles.

Es un instrumento que, a poco que se lo deje actuar, revela su gusto por los trabajos cooperativos y la vida social. En interacción con el caballete, la paleta, los óleos, los solventes, la tela, el motivo de la obra y por supuesto, una mano, constituye un sistema orientado hacia una finalidad estética.

En ese sistema, la persona está diseñada para que su extremidad superior derecha[2] se adapte fácilmente al instrumento, por medio de articulaciones especiales localizadas en los dedos índice, medio[3] y pulgar. Este último, aunque decidió diferenciarse y asumir riesgos propios, igual coopera para organizar adecuadamente el conjunto.

Al poner en acción el sistema se comprueba que, estando los dedos y el utensilio dentro del radio operativo del brazo llega un momento en el cual, con el pelo húmedo y el gesto incitante, se cruza en el camino de la mano y le dice: ¿Bailamos?

Bailamos

La mano se muestra tímida y perturbada al principio, pero luego se deja llevar y toda la acción queda a cargo de la obra que, ansiosa, espera emerger entre las oquedades del plano que sostiene el caballete. Es ella en definitiva, según cierto acuerdo previo entre los colores y las formas, quien le dice a qué lugar de la paleta debe dirigirse, qué colores debe mezclar y cómo debe hacerlo para lograr el tono adecuado. Sobre un fondo blanco pálido, la música varía pero los bailarines persisten en una danza que puede durar semanas, meses o años, según la persona que la obra haya decidido convocar.

Y con eso, ya está.

Si usted lee atentamente estas instrucciones y las sigue al pie de la letra, pronto estará en condiciones de agarrarlo y ponerlo allí donde es debido. Si por alguna circunstancia no se siente capaz de afrontar semejante desafío, váyase ahora. Salude y retírese con elegancia antes que los hechos lo obliguen a hacerlo precipitadamente, que siempre es más desprolijo.

Escrito hallado en el armario de las escobas de una casa ubicada en la Rue de la Defense, París, Saint Germaindentro del bolsillo de un abrigo que habría pertenecido a Julio CortázarEn ese lugar, según los historiadores, Cortázar estuvo una tarde y tomó un café.

Traducido del original por Rui Lópes


[1] Pertenecen a esta especie los agujeros del revés, los agujeros solapados, los agujeros melancólicos y los agujeros que miran por la ventana justo cuando amanece.

[2] Se conocen pinceles zurdos que obligan a utilizar la mano izquierda. Para ese caso particular, las instrucciones son muy diferentes y han sido publicadas por aparte, en el tratado: ARTEFACTOS, ÚTILES Y HERRAMIENTAS CON CONDUCTAS EXTRAÑAS O POCO FRECUENTES. (N del T: existe actualmente una intensa polémica sobre la pertinencia entre las instrucciones y el tratado, subsumida en otra que refiere a la pertinencia misma del tratado)

[3] Esta disposición se repite luego en el resto de los dedos sólo por una cuestión de eficiencia en la línea de montaje.

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